lunes, 3 de octubre de 2011

Entrevista . La crisis del 2001

Alumno: Varettoni, Pablo Ignacio

Cátedra: Klein

Profesor: Castellano, Santiago

Comisión: 40717 (08)

Consigna: Entrevistar a una persona sobre los hechos ocurridos en la crisis argentina ocurrida en el año 2001.

Persona entrevistada: Alejandro Ruben Varettoni – 48 años- Empleado administrativo

Entrevista

¿Esta crisis del 2001 era pronosticable? ¿Se notaba el malestar en las calles?

Se palpaba la crisis desde un punto de vista económico, lo que no se esperaba es que la gente salga a la calle y pretenda derrocar al presidente. El malestar comenzó con las apuestas económicas de Cavallo, a partir de allí, la gente quería que le devuelvan la plata, por eso se determinó el levantamiento de gran cantidad de personas y su posterior explosión en el mes de Diciembre pero anteriormente no se esperaba tal reacción.

¿El gobierno de Menem influyó en lo que pasó durante el periodo de De la Rua?

Si, claro. En ese entonces, el país no era atractivo para el mundo porque el dólar estaba uno a uno con respecto al peso. La inversión bajó, las empresas no venían y ascendió la desocupación, no había actividad. Cuando llega al poder De La Rua, se encontró con estos problemas gravísimos y no los pudo llevar a buen puerto.

¿En qué grado te afecto la medida establecida por Cavallo denominada “Corralito”? ¿Tu actividad económica se modificó?

Me afecto levemente porque no tenía mucho dinero en el banco, había depositado muy poco. Y esto fue así, porque conocía como se venía manejando la economía del país, pero los proyectos que uno podía llegar a tener quedaron suspendidos. Los gastos se basaban en lo justo y necesario, los lujos no aparecían, al menos hasta que uno supiese lo que iba a pasar. Una heladera o un televisor, por decirte algo, no estaban dentro de la perspectiva de compra.

¿En la empresa donde trabajabas se establecieron cambios rotundos y drásticos?

La empresa fue muy austera desde su creación. Debido a esto y a la aparición de la crisis económica, esa austeridad se mantuvo aun más. Nos mantuvieron los sueldos, no hubo despidos pero había poca actividad. Se pudo mantener el orden pero el ritmo era muy lento.

Por lo que estas contando tomaste precauciones, pero por lo vivido en aquel año, hubo personas que no las tomaron y tuvieron consecuencias terribles tanto económicas como sociales. ¿Qué pensas al respecto?

Pasa que hay personas que confían más de la cuenta. Los bancos de nuestro país no eran tan fuertes. Se cree que el Boston de Argentina es similar al de Estados Unidos pero no es así. Si se funde el de Argentina, el de Estados Unidos no responde por él, es simplemente una franquicia, nada más. Y como te digo el Boston, te puedo decir cualquier otro, el Francés por ejemplo. Cuando algunas personas comenzaron a retirar el dinero por miedo a lo que podía suceder, el banco se quedó sin liquidez, por lo tanto, al correrse la bolilla de una posible masividad de ese proceso, hicieron el famoso corralito. Es decir, estabas condicionado a manejarte como los bancos quisieran, cuando era tu dinero el que estaba en ellos. Hoy en la actualidad, es muy difícil que alguien confié en un banco, se empezó a dar cuenta que es una figura sin respaldo.

¿Se presumía que De la Rúa dejase el mandato antes de tiempo?

Creo que nadie quiere tener muertos en su gobierno y el día de la represión a los manifestantes fue el hecho clave para que dijera basta. Si no hubiese existido la violencia policial no sé si renunciaba.

¿Cómo viviste el desfile de presidentes que se dio después de la renuncia de De la Rúa? ¿Hay algo que se pudo rescatar de aquellos mandatos?

Uno al saber donde estaba parado podía presumir lo que iba a pasar. Lo que se buscaba era mantener la democracia como sistema de gobierno, es decir, tenían que frenar a cualquier grupo que quisiese tomar el poder.

¿Las fiestas fueron diferentes? ¿Cómo fue irse de vacaciones?

La gente lo único que quería era que se vaya De la Rúa, por lo tanto, al menos en el barrio se vivió normalmente, siempre con lo justo y necesario pero normalmente. Y con el tema de las vacaciones, en ese tiempo comenzó la ola de viajes hacia la costa argentina. La gente no viajaba tanto al exterior como antes.

¿Trajo consecuencias a futuro lo que ocurrió en el 2001?

Claro que sí. Marcó un antes y un después. Hoy en día, gran cantidad de personas depositan plata en el exterior, en países más estables económicamente. Acá si se guarda es para los gastos diarios. Se perdió mucha confianza. La gente está más reservada en ese sentido. Este país es muy inestable, no mantiene una línea en materia económica. Se suceden gobiernos y emplean un manual diferente, no mejoran el proceso anterior, algunos hasta lo modifican por completo. Pero por otro lado, la crisis del 2001 despertó la movilización como mecanismo de protesta.

¿Se podría haber evitado la crisis?

Creo que sí. Quizás si se devaluaba antes de tiempo se podía haber evitado una catástrofe como la que se dio.

¿Qué palabra utilizarías para definir al gobierno de De la Rúa?

Ineficacia.

domingo, 2 de octubre de 2011

Ficcionalización de una entrevista sobre diciembre del 2001

Autor: Roberto Scolari (estudiante Comunicación, 2010)

Un día terrible

Como el remisero no quiere llevarla al segundo piso del Unicenter, debe subir por las escaleras mecánicas. Por alguna razón el hombre está apurado, parece no querer permanecer en el lugar ni un minuto más.
Mientras espera apoyada en la baranda se queda mirando unos televisores que están en la puerta de un local. Todos muestran las manifestaciones en Capital. Por la distancia, sólo alcanza a ver ‘¡hay heridos!’ en letras amarillas y grandes que ocupan el zócalo de una pantalla.
Tiene los ojos claros y el pelo castaño. Es muy delgada y de pequeña estatura. Es preciosa, la gente suele recordárselo cada vez que la ve. Sus amigas la comparan con cierta actriz que trabaja en telenovelas. Ella muestra inmediatamente su mayor cara de agrado y responde con una sonrisa que ha conquistado desde hombres hasta ancianas.
Apura el paso porque aún debe hacerse los “claritos”, ir a la estación de Martínez, tomar el tren hasta Retiro y después el subte para ir a trabajar. Llega a Giordano, se sienta, cruza las piernas y comienza a mirar una revista que hay en una mesita de madera. A su costado se encuentra un joven, de unos 24 o 25 años. Está tiñendo su pelo de un color platinado mientras habla de lo que hoy parece apasionarles a todos: las manifestaciones y los piqueteros.
–Por esto, gracias a Dios, existen los barrios privados, en este país es la única forma de estar seguro en tu propiedad- le comenta a la peluquera, una joven de pelo negro y piel morena que asiente con la cabeza demostrando poco interés en la charla, como si nada de lo que dijera el cliente le agradara.
-- Se lo tiene que bancar porque es el cliente – se dice a sí misma.
Mientras escucha la plática y ojea la revista, recuerda cierta conversación matutina con su madre que la altera: La señora le había advertido que no vaya al reconocido shopping, pues es víspera de Navidad por lo que estará repleto de gente entrando y saliendo de los locales con bolsas. Pero, para su sorpresa, la concurrencia es leve, aun menor que en otros días.
–Les debe haber pasado a todos lo mismo, ahora deben estar en el centro de Martínez o de San Isidro amontonados chocándose, creyendo que acá debe estar peor- piensa y sonríe, mientras se acomoda lentamente la peluquera, que acaba de finalizar su tarea con el hombre que posa frente al espejo y se revuelve el cabello con las manos. Saluda con un pequeño gesto de reverencia y una sonrisa –la reconoce—y le pregunta qué prefiere el día de hoy.
-- Voy a hacerme los claritos—responde llevando la punta de sus dedos a la cabeza.
La mujer se acerca con una gorra para hacer reflejos más un delantal en una de sus manos y un pequeño instrumento metálico y puntiagudo que utilizará para punzar la gorra, en la otra. Coloca el delantal, se pone unos guantes de látex y comienza.
-¡Qué día complicado hoy, menos mal que acá no pasó nada!—dice la mujer mientras continúa con su trabajo.
-- Si complicado, pero acá es obvio que no pasa nada, en el Centro hay protestas y quilombo todos los días—contesta ella con calma.
La pequeña pantalla que regularmente se encuentra apagada, está mostrando gente acumulándose en Plaza de Mayo y una barricada policial que intenta avanzar con los escudos en el pecho. Por primera vez la televisión capta realmente su antención.
--¡Pobre gente!—piensa pero rápidamente se contesta –pobres los que están mal en serio porque la mayoría le gusta hacer quilombo y chorearse lo que venga--.
Desde la planta baja comienzan a escucharse ruidos de golpes y gritos. Los oficiales de seguridad comienzan a correr de un lado al otro. Uno de ellos, con camisa blanca y pantalón negro, comienza a hablar agitado por un “handie”, pide que llamen a la central y grita enervado “vinieron para acá, están saqueando”. La mujer que hasta hacía un instante estaba pinchando la goma con el pequeño bisturí, está ahora corriendo y presionando pequeños botones negros ubicados en un compartimento que reposa en una pared lateral. Las luces se apagan, quedando el salón iluminado por las luces de los pasillos, mientras las persianas comienzan a cerrarse lentamente, dejándolas sólo a ella y a la empleada –el platinado hacía rato había abandonado el recinto--. Comienza a ponerse tensa, no dicen nada, sólo se escucha su respiración agitada y los golpes que son cada vez más fuertes, pues se escuchan cada vez más cerca. Aún no logra entender qué sucede, pero se queda en silencio como queriendo ocultar el cuerpo. Sólo mira a la empleada que está tiesa mirando el piso. Aprieta las braceras del sillón con fuerza y sólo repite para sí --¿por qué a mí?--.
Las persianas están cerradas por la mitad y las corridas retumban como si el piso entero fuera a caerse. Un golpe le llama la atención: la persiana de una buena vez ha tocado el suelo. Suelta un suspiro y mira hacia arriba, pero enseguida un hombre patea la reja y la asusta. Hay otro hombre a su lado que intenta levantar la reja valiéndose de un palo que utiliza como palanca.
Se escucha un insulto y los hombres salen corriendo. De a poco, la vorágine va acabando. El shopping regresa a la normalidad.
La peluquera vuelve al panel de botones y levanta nuevamente las persianas. Se acerca nuevamente hacia ella.
--Disculpame, estamos un poco conmocionados y nos ordenaron que por seguridad cerremos. Te voy a retirar la gorra y te pido si, por favor, podés regresar mañana.
-- No creo que pueda volver mañana, pero si quieren cerrar—Contesta y se muerde tibiamente el labio inferior.
Se levanta, larga un fuerte suspiro, lo suficiente como para que los trabajadores del local la escuchen, se cuelga la cartera y sale caminando velozmente, susurrando una descarga sobre la mediocridad de los empleados y concluye con la conjetura de por qué, gracias a eso, el país está “así”. Abre con fuerza la puerta de salida que, a pesar de su furia iba a abrirse ya que es automática.
Se toma un taxi en las afueras del shopping. El reloj marca tres pesos como punto de partida. Llega a la estación de Martínez, le da quince pesos al taxi, el reloj marca trece. El taxista comienza a revisar lentamente la billetera buscando el cambio.
--Está bien, quédeselo—vocifera. Abre la puerta, se baja y la cierra con fuerza. Se toma el tren en la estación, llega a Retiro y corre hasta el subte. Camina hacia las escaleras y suena el celular.
--Hola mamá, ¿Qué pasa?—Llega por fin al subte.
-- Hija, quiero saber cómo te fue.
Las puertas están bloqueadas y hay una inscripción que dice, “Las líneas de subte están transitoriamente clausuradas”.
Golpea el cartel con fuerza; --Fue un día terrible, mamá.

Entrevista . La crisis del 2001

Autor : Juan Francisco Lojo ( estudiante de Comunicación 2010).

Crisis en la crisis

Contame cómo viviste los acontecimientos del 2001
Mirá, en realidad en ese momento no sé si me significó algo. Es decir, yo era adolescente y la lectura que yo pudiera haber hecho en ese momento no la recuerdo. Te la definiría como “Tensión” pero, más tensión hogareña en consecuencia de esa época. Pero en realidad en la actualidad hago una lectura más profunda después de haber pasado por distintas instituciones educativas de haber leído. Y es como que hay un primer tiempo que es la vivencia y un segundo tiempo que es la interpretación. Son dos tiempos que generan dos ideas distintas. Uno es como no conocer sobre la cosa y la otra es la cosa conocida. Y entre el suceso “2001” a la actualidad es un recordar y reinterpretar constante. Es una sorpresa constante cada vez que recuerdo algo que pasó. O tal vez distintas situaciones que sucedieron en mi casa o en el trabajo de mi mamá hoy las recuerdo y las interpreto en base a la lectura que yo hice de esa época. Tal vez en aquel momento decía “¿Por qué esto?” y decía “Uy qué cagada ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?” pero no había respuestas, y hoy ya sé por qué se daba tal o cual cosa.

Con respecto a los hechos de la plaza qué podés contarme
Haberlo visto en TV, tal vez. En líneas generales eso. Me preocupó mucho pero estaba todo tan turbio que era una cosa más de todo lo que pasó. No me hizo tanto ruido: desde el cacerolazo hasta “esos hechos”… después. Es una cosa más de lo que pasó. Igual recuerdo estar yo acostado en la cama. Mirando… “Eso” y decir. “Uy qué cagada y ahora qué va a pasar”. Y preguntarle a mis viejos, a mi vieja en realidad porque en ese momentos ellos estaban separados: “¿Y qué va a pasar ahora? Y ellos me decían. “Y no sé” y no sabían en serio. … ¿Entendés? Es como llegar al límite y no saber que hay más allá. Porque podría pasar cualquier cosa. Eso es. Más que hechos reales son como sensaciones que me vienen en base a eso.

¿Qué sensaciones?

Ehh… De no saber, justamente. Y no de no saber, porque, o sea, vos no sabés que va a pasar el día mañana pero podés hacerte alguna idea; En ese momento no nos hacíamos ninguna idea. Creo que más que saber qué va a pasar mañana, el problema era qué iba a pasar hoy. Por lo menos en mi casa. Caímos en eso que nosotros criticamos mucho hoy en día que es el vivir sólo para el día a día. Nosotros esperábamos pasar el día. No importa mañana importa hoy. Y caer en la inmediatez nos hace dar cuenta de que tenemos necesidades muy básicas que en ese momento no… (cara cómplice) se satisfacían.

Y eso hoy me afecta en un ejemplo muy claro: mis papás gastan plata hoy… … … y me da culpa. Porque pienso que no van a tener. Y tal vez yo les digo “traten de no gastar tanto” y ellos me dicen “pero… compramos lo que hace falta” y les digo “No, no, tal vez esto no es tan necesario y si no lo comprás tal vez te ahorrás más plata” y me dicen “ Pero si lo podemos comprar y lo queremos ¿por qué no?” y yo no entiendo, porque tienen razón ellos. Pero a mí me queda la sensación de decir. “no hay que gastar, no tenemos, vamos más a lo (tartamudea) básico.” Y a mí me quedó justamente eso por la crisis. Por la situación que pasaba mi familia en ese momento de decir: “Cuidalo porque no sabés si lo vas a tener mañana”.
Creo que estas cuestiones de Estado y de Gobierno que llegan a la gente condicionan mucho a la persona. Y yo estaba muy susceptible porque era adolescente. Y es una de las cosas que a mí me queda. Con la plata. Aunque hoy estemos mejor. Me queda la sensación de decir “Tal vez mañana no hay” y mañana sí va a haber. Pero en aquel momento yo decía “No va a haber (plata) mañana, va a haber hoy nomás… y si había”

¿Qué aspecto de la crisis es el que causó estas consecuencias?
A nosotros la crisis nos llegó por el lado del trabajo:
¿Te cuento?

En realidad, la empresa donde trabajaba mi mamá era… no era una empresa, era un hogar de nenes que habían sido abandonados. Condiciones terribles. (Énfasis en terribles)

Para que veas la magnitud de los casos: 8 hermanos internados en ese hogar, sin padre porque el padre se había suicidado (vivían debajo de un puente ellos), el padre se había suicidado porque ellos existían: “Yo me pego un tiro porque ustedes 8 existen.” Se pega un tiro debajo de un puente y los nenes quedan en la nada. La asesoría minoril los lleva a ese lugar.

Mi mamá trabaja ahí en la parte de la cocina. Cuando mis papás se separaron mi mamá nunca había trabajado y entró ahí y bueno fue subiendo de puesto hasta que era la (énfasis) cocinera de ahí. … En los 90 eso era del estado… después no (Severo)… pasó a ser de una empresa privada (resignación). Me acuerdo que el sueldo era de 300 pesos. … Que creo que era el sueldo mínimo en ese momento. No sé es muy poco (hablando con él mismo)… … Bueno, la empresa no le pagaba. Pero no solamente a ella, sino que no le pagaba a NADIE. No había un control… ni un cumplimiento. Y nosotros estábamos sólos porque mi papá no se hacía cargo… creo que no tenía trabajo. También, ahora que lo articulo, pasó por 700 millones de trabajos mi papá porque yo lo veía cada tanto y siempre tenía trabajos horribles… Ponele, en un taller de zapatos, repartía especias por los locales… y sabíamos que eran trabajos que le duraban una semana. Changas. Y mi papá nunca fue así, siempre tuvo trabajos estables. Bien pagos dentro de todo. Y yo no entendía por qué le estaba pasando esto “¿pero no sale a buscar trabajo este tipo?” y en realidad es que no lo había.

¿Se quedó sin trabajo por la crisis? (10:10)

No, ya no tenía trabajo antes. O sea, después de la segunda presidencia de Menem. En esa época. Y en la crisis explotó todo. Pero antes de la crisis también estaba mal. Bueno sí, antes de la crisis hay un período de deterioro, la crisis es cuando explota (risas por la obviedad)... Y yo decía “¿mi papá no busca trabajo?, pero es un vago” pero sí lo buscaba. El tema es que no lo había y no entendía cómo no había trabajo, porque era chico. Y a mi mamá no le pagaban. Entonces, era una situación desesperante para ellos más que nada. Me acuerdo que en la época de la crisis antes del 2001, o sea, antes de “diciembre” hubo momentos en los que mi mamá tuvo que hacer malabares para que comamos. Y nosotros comíamos, ahora que me acuerdo, porque como mi mamá trabajaba en la cocina toda la comida que sobraba ellos la tiraban entonces se la repartían entre todas las chicas que trabajaban ahí para llevársela a sus casas. Y por eso muchas chicas no se iban aunque no les pagaran: porque se llevaban la comida. Terrible… Esto me lo acabo de acordar ahora.
Terrible, porque no nos queda otra. No nos queda otra porque si no trabajo no me pagan ni me llevo comida, Bueno trabajo, no me pagan pero aunque sea mis hijos comen, no importa si no puedo pagar el gas o las cosas para el colegio, no importa, importa que coman. A eso voy con necesidades básicas y vivir el día día.
Mi mamá igual es muy desafiante y se hace respetar y por eso a ella le pagaban, pero cada tres meses le daban, no sé, 500 pesos, ponele. Pero bueno a las otras chicas no.

¿Cómo se hacía respetar?

Haciéndoles quilombo. Haciéndoles paros. No cocinándoles. ¿Entendés? Las otras chicas eran más sumisas y no estaban instruidas. Muy desprotegidas en todo sentido. Estatalmente no sólo excluidas en la crisis, sino que siempre fueron excluidas. Es gente que su voz no tiene valor para ellos porque nunca fue una voz respetada por el otro. Entonces le dan comida como caridad, y ellas trabajan para que les den comida. No van a hablar. Porque no son respetadas, porque nunca las respetaron. Si el sistema a vos te excluye, vos mismo después te excluís. Ocupás ese lugar. Reclamás menos de lo que merecés. Se naturaliza, ese es el problema: “y bueno es así”. “ya está, no nos queda otra”
Mi mamá en cambio no ocupaba tanto ese lugar. Entonces tal vez sí organizaba paros o no cocinaba. Y ahí sí se pudre todo porque pueden intervenir el lugar. Entonces a ella sí le pagaban cada tanto. Las otras chicas no pensaban en que si no cocinaban se pudría todo

¿Cómo se organizaban los paros?

No había gremios. Armaba con las chicas: “mañana si no nos pagan no laburamos”. Tiene mucho poder de convencimiento EN EL TRABAJO mi mamá. Siempre fue así. Era una dirigente gremial improvisada. Armaba reuniones cuando salía del trabajo. Hablaba con todas y decía; “mañana no se trabaja”. Y muchas chicas no accedían y trabajaban igual porque decían: “Yo no quiero que me echen porque acá le dan de comer a mis hijos” en realidad no le dan de comer, te llevás lo que sobra. Y otras chicas sí.
Y me acuerdo muchas tardes de ir a ver a mi mamá ahí, sentada… en el piso… con todas sus compañeras, haciendo un paro. Muy buena escena. Muy buena escena de decir “mi mamá quiere cambiar algo” (orgullo). Todo esto empezó antes de diciembre de 2001, porque la crisis económica se venía arrastrando. Así que fue antes y después.
Pero, ponele, cuando pasó esto de que no había pesos y aparecieron los patacones y lecop, antes de eso le pagaban con ticket, ticket canasta, que vos los cambiás en el Almacén. Pero no se podían cambiar en todos lados. Pero me acuerdo el día que le pagaron con Patacones, llegó a casa y dijo “Me pagaron con esto, me siento que es una burla porque no es guita”. Y en realidad también es una forma de desvalorizar, porque te pagan con algo que no tiene ningún valor simbólico.

Mucha gente se lo tomaba como gracioso. No sé cómo explicarte. Sentía que la gente se burlaba un poco de eso. Creo que la crisis del 2001 no todos la tienen tan en cuenta.

¿Te parece que se olvida? (17:31)

No sé si se olvida. (piensa) No sé si se olvida. Pienso que la gente no la tiene tan en cuenta porque no se da cuenta de la magnitud. En todos los fenómenos que se dieron, por ejemplo:
Nosotros en la época de la crisis estábamos re mal económicamente, y mi barrio completo (moreno) también. Es un barrio que siempre está mal. Es una zona muy excluida. Imaginate es una zona excluida y en esa época donde todos eran excluidos directamente no existía. ¿Entendés? Entonces algo que se armó, que es un fenómeno me parece muy importante, cuando no hay Estado, porque no había Estado. Hubo dos situaciones muy… “copadas”… yo las tomo como buenas… pero a la vez… son producto … de algo muy malo. (muy pausado, pensándolo en el momento) Por ejemplo: se armó algo que se llamaba en trueque. Que es: en un predio… … …

Es… re loco contarlo porque digo: “Hoy en día sería imposible.” ¿Entendés? Y en ese momento era algo re novedoso. Y la gente disfrutaba de eso. Disfrutaba porque no había otra cosa. Hoy en día es una estupidez, una locura. Para mí no tiene sentido. Pero porque ya estoy acostumbrado a esto… ¿Me entendés?

Bueno, en ese momento el trueque era un predio donde cada persona ponía su puesto, y vendía ropa, hacía… facturas… o el tipo de en frente hacía pan casero y lo vendía ahí. … De todo había. DE TODO … eh, cepillos de dientes (con asco). Cosas de limpieza… (no me mira. Recuerda)

¿Y cómo funcionaba?

Había unos billetes de mentira. Color verde, que eran de ahí nada más. No se aceptaba plata. Se aceptaba un peso de trueque. O cinco trueques, ponele. Nosotros no me acuerdo qué vendíamos. Ponele, ropa. Entonces un pantalón te costaba 20 trueques, que era un billete de 20 trueques, y a vos te servía eso para ir al tipo de enfrente para ir a comprar pan casero para tomar mate con tus hijos, o no sé. Era nuestra propia comunidad en la que nos ayudábamos. Frente a la desesperación y la desprotección estatal se puede armar algo horizontal ¿entendés? Es una asamblea barrial eso, donde no hay líderes, no hay nada. Me parece una experiencia muy buena para ver lo que es la organización de una sociedad sin Estado. (Baja la voz, me busca con la mirada, pausado, como si contara un secreto) Aparte, la plata no era real… (se normaliza) Pero en ese momento tenía un montón de valor. Viste como cuando tenés un billete de 100 pesos y decís “Tengo para ir a comprar al supermercado”, Bueno, nosotros teníamos 100 trueques y decíamos “¡Tengo para ir a comprar!” Es como que la plata aunque no tuviera valor en ese momento te daba tranquilidad. Abro la billetera y tengo un billete falso, pero bueno sé que en algún momento lo voy a poder cambiar.
Eso por un lado, después… esto sí es un poco más fuerte. Armaban ollas populares para distribuir la comida. Había diferentes centros en Moreno donde un barrio se organizaba y hacía, ponele, (pausa) ollas enormes, enormes, enormes. Entonces todo el barrio iba a las siete de la tarde a hacer cola, con su tupper, a que le den la comida. No elegías qué. Lo que había. Y me acuerdo que mi abuelo iba. Porque mi abuelo en ese momento la jubilación no le salió. Estaba tramitando la jubilación y no le salió. Y para no generar un gasto en mi casa porque el vivía con nosotros prefería ir a buscar la comida ahí. Y muchas veces nosotros comimos de ahí. Es una experiencia fuerte. Porque vos estás yendo a buscar comida. No es que… es… como denigrante. Siento como si fuera una peregrinación de la culpa y de los excluidos... Es una… Es una imagen muy fea que tengo. Gente muy deteriorada físicamente, muy desaliñada, muy desarreglada, sin ganas de nada… muy manoseada, esa es la palabra que me sale, muy manoseada, muy maltratada. Haciendo cola con la cabeza baja, con una expresión terrible con un tupper vacío… en la mano… yendo a pedir que le den de comer… gratis. Porque si esa noche no tenían eso no comían. Seguramente esa comida del tupper no se la comían toda a la noche, hacían raciones para la noche y el mediodía porque te daban una comida por día. Terrible. Lo leo desde lo terrible y lo trágico. Vos pensá como se puede sentir un padre de familia, - yo era chico, yo como que no entendía -, pero un padre de familia, que trabajó toda su vida, trabajó 12 horas y que tenía quizá sus pocos mangos, después tener hijos, tener un montón de necesidades, no conseguir trabajo e irlo a buscar todos los días a la mañana. No conseguir y no conseguir, y la sensación de desesperación de “¿A quién recurro? ¿Qué hago para comer… ¡para sobrevivir!? Porque nadie me responde” Bueno, tengo un par uno al lado, uno igual que yo que está como yo, entonces algo hacemos. Eso es rescatable, cómo se puede organizar un barrio para sobrevivir. Pero las consecuencias que puede tener en un hombre esa impotencia, ese “Yo no sirvo para nada”. En ese momento la gente no se pone a pensar, “no tengo las posibilidades, por eso no lo hago” piensa eso, no servía para nada. Y creo que genera muchas consecuencias en la gente esa época.

¿Vos te sentías así?

Yo era chico y no sentía que era mi responsabilidad. Cosa que está mal porque yo tal vez en ese momento podría haberme planteado “Che, que hago yo para ayudar en mi casa”. Pero no lo hice.

¿No trabajabas ni nada?

Ah sí, a los 14 años repartía volantes. No me acordaba. Bueno, repartía volantes para una empresa de celulares… “Empresa”, era un local de celulares. (con sorna). Repartía de 4 de la tarde a 8 de la noche y me pagaban 6 pesos por día. Nada.

Te pagaban menos de dos pesos por hora…

Ajá. Pero yo lo hacía igual. Y me re servía porque al otro día iba al colegio, me compraba cigarrillos, comía (pausado)… Los fines de semana si salía tenía algo de plata. Iba todos los días de lunes a sábado. Copado… Pero creo que el “No sirvo para nada” es para todos… para todos.

¿Te parece que todo Moreno fue igualmente perjudicado?

No, yo te hablo de barrios muy carenciados. En Moreno tiene barrios carenciados, muy carenciados, y barrios muy bien. Igual creo que los barrios muy bien también fueron perjudicados en algún sentido. No les faltó para comer, pero por ejemplo: El abuelo de mi mejor amiga, Ayelén, tenía un departamento que vendió para esa época y el corralito le comió la plata … y nunca más la recuperó. Y si bien el tipo está lleno de guita, bien ganada, no tenía por qué perder su plata de su departamento, que le costó años de laburo. El tipo vino de Italia, sin nada y llegó a tener todo lo que tiene laburando. Entonces es como que todos tuvimos una marca de esa época.
Yo me puse a pensar mucho sobre esa época después de una materia que hablaba mucho de asambleas barriales y todo eso y ahí es como que le pude dar mayor significación.

¿La única respuesta ante la crisis fue la actividad comunitaria?

No, había otras actitudes. Como los saqueos. Pero los saqueos en realidad los vivo de diferentes formas: la desesperación de la gente, la bronca de la gente y también el aprovechar la situación. Está todo mezclado. Y a veces es como “el todos contra todos”

O sea que por un lado tenemos “el todos juntos” y por el otro “el todos contra todos”.

Claro, porque no hay una ley que regula. Por un lado todos somos iguales, todos estamos en la misma. Entonces todos nos asociamos con todos. Pero también al otro, como no hay una ley, le puedo sacar un beneficio. El Estado nos educa, nos posiciona, nos guía, cuando no hay un estado es cuando viene el problema. Que fue lo que pasó ahí. Pasa por esa situación de impotencia, de no saber a dónde ir…

¿Te tocó vivir alguna situación de saqueo? (32:55)
Sí, en realidad creo que a todos. Me acuerdo que los saqueos empezaron muy lejos de mi barrio, los veía por tele. Y era eso en realidad: que vos lo veías muy lejos y cada vez se iban acercando más, más, hasta que se acercaban. Y… la televisión manejaba mucho eso… Yo veía que saqueaban en Capital Federal y decía “bueno es en capital, en provincia no” y cada vez los saqueos se iban acercando más y más y más hasta que bueno, me tocó a tres cuadras de mi casa, los supermercados… Y así. Igual recuerdo también esa imagen que es … escalofriante para mí, del chino llorando porque lo habían saqueado y la gente riéndose. Porque no sé si captaban la dimensión.

¿Un chino de tu barrio?

No, no. Hay un video en la tele, siempre de esa época, en el que muestran un chino llorando con desesperación porque le habían saqueado TODO el local. Y mucha gente se reía. Y eso me hace pensar que no todos se dan cuenta de la dimensión de esos hechos. Tal vez tenga que ver con esa lógica de “Si no quieren que le roben que se vaya a su país” bastante fea (tono infantil)

¿Alguna otra situación?

Una escena que me acuerdo mucho, que viene a mi mente siempre que pienso en el 2001. En realidad todo mi análisis sobre el 2001, todo lo que te cuento ahora, viene después, por pensar en esto.
La situación es que estábamos en mi casa. Mi papá me había venido a visitar. Estábamos con mi hermana y mi… (piensa) mamá. En el barrio se empieza a escuchar que (pausa) los barrios del “fondo” (énfasis) (gesticula para atrás), que son como se llama a los barrios más feos de Moreno, iban a venir a saquear a nuestro barrio.

¿En qué época esto?

Después de lo de diciembre. Me acuerdo que era verano. Sí, después de diciembre. Pero antes de Dhualde.

Iban a venir a saquear a nuestro barrio. (pausa larga) Y yo decía, “Qué desesperación, no, qué feo. No papi, no quiero que pase, no quiero que pase, no quiero, no quiero, no quiero” Y digo, ahora si pienso que me van a venir a robar llamo a la policía, aunque no le tengo confianza a la policía, pero por lo menos existe simbólicamente, ponele. En ese momento decía “mami, ¿por qué?” Y me dice “Y bueno Alan, no sé.” Y nadie pensaba en llamar a la policía. Y yo decía “no quiero que pase. No entiendo. ¿Por qué? ¿Por qué?” y nadie me respondía. Es eso la sensación de desesperación de “nadie nos va a responder”.

Lo que hicimos fue: yo llevé todos mis CDs de música al fondo y los escondí. Llevamos plata… o no, no sé, supongo que habremos llevado, no sé, diez pesos (risa) algo así. Y algunas cosas de valor… el equipo de música lo pusimos en el fondo. Lo tapamos. Dejamos tal vez la televisión, para que si venían se lleven la televisión. La computadora la llevamos a lo que era la casa de mi abuelo que se estaba construyendo. Dijimos “bueno, si nos van a robar nos van a robar acá adelante no van a ir hasta atrás”. (cita más rápido) Desarmamos toda mi casa. Mi colchón lo pusimos en la ventana. La mesa haciendo presión al colchón para que no pasaran. Las puertas con llaves (tiembla la voz). Teníamos palos, baldes con piedras. … y… es una locura contar esto. Siempre que lo cuento me… no es que me ponga mal, pero me da mucha bronca. Porque es el caos mismo. Y nadie llamó a la policía ¿Por qué? Porque no había nada. ¿Entendés? Y todo el barrio… algunos estaban en la puerta con armas (con escopetas, con palos) Nosotros sacamos la idea de “palos” de otros, o sea que yo con 13 años si venían a mi casa a robar me iba a defender con palos. ¿Entendés? Si hoy me vienen a robar a mi casa tengo miedo porque me van a pegar un tiro. Porque es lo que predomina. Si vienen a robar a tu casa te van a pegar un tiro y te van a matar, porque es la visión que se tiene hoy de la inseguridad. En ese momento no me puse a pensar que me venían a… a matar, me venían a sacar. ¿Te das cuenta la lógica? Hoy todo el mundo piensa que si te vienen a robar te van a matar, en ese momento uno no creía que lo iban a matar. El que entraba a tu casa, entraba a sacarte. Era lo que la televisión repetía todo el tiempo y era lo que vos creías que te iban a hacer.

¿Quiénes eran los que iban a venir a saquear?

Teóricamente iba a ser un barrio que estaba muy lejos de mi casa que es un barrio muy, muy pobre. Entonces toda esa gente era la que iba a venir acá, a nuestro barrio, que serán cuatro o cinco cuadras, a saquear. Porque ya habían saqueado los supermercados y ahora iban a venir a saquear casas.

Entonces los vecinos prendieron fuego un montón de cosas en cada una de las esquinas y estábamos encerrados en mi casa. A veces salíamos y veía todo mi barrio armado con todo lo que tenía. Con cualquier cosa, con un palo, con una piedra, con un arma, con cuchillos, con lo que sea.
Si se veía que venía alguien a lo lejos todos empezaban a gritar “Ahí vienen, ahí vienen”. Pero fuerte ¿no? Y todos empezaban a gritar. Yo decía: “¿Pero están viniendo en serio ma?” Es insoportable. Horrible, creo que nunca tuve tanto miedo. Miedo e impotencia. Yo pensaba, por qué me van a venir a sacar si yo no les hice nada… No es a mí a quien le tienen que venir a sacar, pero en ese momento…
¡Nunca pasó! ¡Nunca vinieron a saquear nada!
Era como una voz que lo dijo. Pero vos fijate la potencia que puede tener una o dos voces en el contexto de la sugestión de la situación. En este momento si me dicen que van a venir a saquear mi casa yo no lo voy a creer como en el 2001. Pero en ese momento era posible, porque había pasado, entonces a vos te puede pasar también.

¿De quién fue esa voz? (40:40)

¡Gente del barrio! Que lo dijo por decir. Algunos pensaban que fue la policía. No sé por qué. Nadie llamó a la policía igual. NADIE. Porque qué iba a hacer, en ese momento no iba a hacer nada.

¿Pero, ustedes cómo se enteraron del supuesto saqueo?

Yo me acuerdo que vino, y me lo dijo mi tía. Y una vecina, que era amiga de mi hermana. Que a ellas se lo habrán dicho otros, y así. No era comprobable quién lo había dicho. Tal vez eran esos barrios del fondo. Tal vez pasó en algún otro barrio y eso fue condición para que alguien lo reproduzca y diga: “puede pasar acá”.

Pero el tema es ver a tu barrio armado. Porque es algo de película. Es de película (más bajo, reflexivo).
Tal vez si lo cuento en casa se ríen, pero para mí es traumático. Porque sos vos o el otro. Nadie te protege, nada.

¿Tenían algún contacto con el exterior mientras estaban atrincherados? ¿Miraban TV o algo así?
Qué palabra tan fea pero tan real. Emm… (duda) No creo que no. Estábamos muy preocupados. Muy preocupados (voz baja) Imaginate, ver tapeada tu casa. Aparte no éramos solo nosotros con una psicosis paranoica, era barrial. Era horrible ver que mi papá también tenía miedo, y lo veía en el no saber. No saber cómo responderme. No sabía qué iba a pasar. No me podía tranquilizar, de última me chamuya si no sabe, pero ahí no podía, estaba desesperado también sólo que no lo demuestra porque es el que tiene que estar más fuerte. Me acuerdo de haberle dicho: “¿Y si vienen qué hacemos?” Y él responder: “Y bueno Alan, si vienen, vienen. Dejá que se lleven todo.” Y ahí también hay una dimensión de “no sirvo para nada”. Y es desestabilizante cuando vos sos chico que tus papás tengan tanto miedo como vos.

¿Podés decirme algo más de lo que vivían?

No sé, no se hablaba mucho. Estábamos todos nerviosos y con miedo. Me acuerdo sólo de pensar “¿Y si vienen qué hacemos?”. No nos preguntábamos por qué, no era raro, era feo nomás. Era nuestra propia sociedad de cuatro, un país contra el resto. Y fue loco, porque nosotros estábamos re desunidos, mis papás estaban separados, pero ese día no. Cada uno se refugió en el otro.
Y al final nos quedamos dormidos en el piso de la cocina.

¿Cuánto duró todo? ¿Cómo fue cuando les avisaron del saqueo?

A las siete de la tarde empezaron a correr las voces. 8.30, atrincherados. Ni cenamos ni nada. Antes vino mi tía y vino una amiga de mi hermana a decirnos. “Che parece que vienen los del “fondo” a saquear acá, porque ya lo hicieron en otros barrios y ahora vienen para acá.” Y ella se fue corriendo. Se ve que se habrá corrido la vos. Hablaron entre los vecinos se pusieron de acuerdo. Me acuerdo que yo dije que pusiéramos el colchón acá. Y mi mamá decía “¿Che, no será mucho?” Pero cuando vos vez que está el colchón que al lado están con los palos, el otro con la escopeta, etcétera, te sugestiona y te da miedo.

¿Entendés?
Entonces, nos quedamos dormidos. Al otro día nos levantamos y ya había pasado. Pero nos levantamos con mucho miedo. Me acuerdo de pensar “Uy, no pasó… ¿No pasó?” Y salimos afuera a ver si había pasado. Como que nos quedamos dormidos. Dormimos muy poco igual, habremos dormido dos horas como mucho. Y cuando nos levantamos no había pasado nada. (risita) Era un día habitual y listo. Me acuerdo que era fin de semana porque mis viejos tendrían que haber ido a trabajar si no y no fueron.
Y bueno, nada, empezamos a desarmar todo. Supongo que mis viejos habrán hablado con los vecinos. Teníamos una sensación de “qué feo” pero nada más. Muy extraño. Después, alguna que otra noche, habremos escuchado lo mismo, pero ya no le dimos más bola.

¿Cuándo? (53:22)

Y… un mes y medio después, después de la sucesión consecutiva de presidentes. Pero ya no le dimos más bola. Porque después empezó a estabilizarse todo un poco. Pero bueno, cuando vuelve el Estado se estabilizan un poco las cosas, pero también hay que ver lo malo, porque no hay que olvidarse de que Kosteky y Santillán viene de la mano de este “Estado” que “vuelve”, con una idea de que hay que poner “orden” .
Pero bueno, poco a poco mi familia fue saliendo de la crisis y hoy mis viejos tienen los dos trabajo estable, y demás.